Actualmente en el mundo todo se está acelerando, no en vano hemos vivido una pandemia mundial, que nos ha demostrado de manera inconfundible lo rápido que puede cambiar todo a nuestro alrededor y lo conectados que estamos unos a otros, incluso en partes opuestas del mundo. Pero, ¿verdaderamente hemos aprendido de ello? ¿estas lecciones han calado en nuestra forma de ver las cosas?
Aun después de casi 2 años de crisis sanitaria veíamos como el mundo se inundaba de variantes, provenientes de esas partes del mundo que nuestro sistema ha dejado desatendidas. Después de 2 años de enfrentarnos a situaciones en las que hemos visto lo desprotegidos que están algunos sectores de nuestra sociedad, nuestros vecinos, nuestros amigos o nuestras familias, seguimos faltos de sistemas para protegerlos.
Y no solo esto, la pandemia ha disparado la desigualdad en todo el mundo. El 10% de la población más rica posee el 52% de las rentas y el 76% de la riqueza del planeta, mientras que el 50% más pobre solo recibe el 8% de los ingresos y posee el 2% del patrimonio (El País, 2022).
“Observamos un mundo todavía más polarizado: la COVID ha amplificado el fenómeno del ascenso de los multimillonarios y ha dejado más pobreza”, afirma Lucas Chancel, director del World Inequality Lab (2022). En los últimos 20 años, la diferencia entre el capital que percibe el 10% más rico y el 50% más pobre de la población se ha duplicado. El 10% de la población posee ya más de tres cuartas partes de todo el patrimonio mundial.
Esta desigualdad, ya sea interna en un país o si la consideramos a nivel mundial, ya es bastante grave por sí sola, pero además debemos considerar su impacto en el futuro. Con la situación actual, el cambio de clase social es increíblemente difícil para muchas personas. Aquellos que ocupen puestos directivos y de responsabilidad en el futuro no serán los más aptos, si no aquellos cuyo origen les haya permitido llegar allí. En un análisis sobre movilidad intergeneracional de la renta elaborado por el investigador Javier Soria Espín se puede observar que aquellas personas cuyos progenitores se ubicaban en el 10 % de la población más rica alcanzan un ingreso medio anual de 29.590 euros cuando han llegado a la edad de 30 años, casi el doble del que promediaban los hijos del 10 % más pobre (16.775 €).
Y lo mismo es aplicable a los países en vías de desarrollo, donde las oportunidades para las personas son mucho menores, e incluso las posibilidades de desarrollo económico del país se ven mermadas por las superpotencias mundiales e intereses económicos empresariales.
En Europa hemos vivido 14 años de crisis, pero en algunos de estos países, las personas no han conocido otra cosa. En Ucrania hay personas que han vivido toda la vida esperando con miedo el momento que están viviendo ahora, mientras nosotros vivíamos con la tranquilidad de sabernos seguros.
Un nuevo pacto social es necesario para demostrar que como sociedad hemos evolucionado, y hemos comprendido que lo importante no es vivir por encima de los demás, si no vivir con los demás.
Como dicen que reza la maldición China, aunque no sé si será
cierta: «Ojalá te toque vivir tiempos interesantes». Yo espero que
ojalá con ellos hayamos aprendido.
Fuentes:
https://ethic.es/2020/10/por-que-no-funciona-el-ascensor-social-en-espana/
https://www.lavanguardia.com/opinion/20200803/482640756174/el-ascensor-social-no-funciona.html
https://elpais.com/economia/2021-12-07/la-pandemia-dispara-la-desigualdad-en-todo-el-mundo.html
https://blog.oxfamintermon.org/desigualdad-economica-en-el-mundo-consecuencias-y-mucho-por-hacer/